Dos son las características fundamentales que determinan una buena práctica en la utilización de los sistemas de fotodepilación con láser o luz pulsada intensa (ipl):
1ª) el adecuado ajuste energético de los equipos;
2ª) la reducción del riesgo de quemadura u otro tipo de lesiones en la piel.
Aun considerando una óptima pericia en el operador del equipo, ambos aspectos resultan siempre muy inciertos. Esta realidad ha sido el origen de la dermometría óptica —una tecnología científica desarrollada y utilizada exclusivamente en Dpila—, la cual permite mejorar estos factores críticos y, en muchos casos, optimizarlos o eliminarlos casi por completo.
Dentro de este contexto adquiere el máximo valor nuestro Analizador óptico VF11, también desarrollado en exclusiva por Dpila y utilizado sólo en nuestros centros. A partir de los principios de ingeniería óptica en los que se basa, podemos afirmar que aporta tres avances funcionales realmente valiosos:
1. permite hacer análisis cuantitativos del estado puntual de la piel;
2. realiza análisis objetivos y científicos, independientes de la habilidad del operador;
3. ofrece indicaciones útiles que favorecen la correcta realización de cada tratamiento, al valorar de un modo óptimo los distintos tipos de piel y pelo del usuario.
Este Analizador óptico, en definitiva, proporciona una información que, después de ser tratada con un software basado en una de nuestras patentes, se concreta en un diagnóstico científico —libre, en consecuencia, de percepciones y conclusiones subjetivas— que indica cuál es el tipo de tratamiento más adecuado para conseguir el mejor resultado posible, minimizando al máximo los riesgos de lesión. Sin género de dudas, ésta es la única manera válida para eliminar el vello asegurando la auténtica satisfacción del cliente, que exige sobre todo seguridad y eficacia sobre la zona tratada.
Ante la inexistencia de un método científico de trabajo en el sector —excepto el que hemos desarrollado por nuestra cuenta en Dpila —, las empresas y centros de estética que se dedican a la fotodepilación con láser o con luz pulsada intensa (ipl) se adaptan a estas exigencias como pueden, con más o menos rigor. De hecho, no es difícil escuchar argumentos comerciales completamente erróneos y contrarios a los principios físicos incluso por parte de empresas con renombre comercial. Se hacen, por ejemplo, valoraciones visuales de la piel (lo que popularmente se denomina “a ojo”) a partir de las cuales se decide cómo programar la máquina, sin la menor certeza sobre el resultado ni el grado de lesión que se generarán.
La inquietante realidad es que cada cual actúa según su filosofía o planteamiento comercial:
1. con métodos de trabajo excesivamente prudentes, que garantizan la seguridad a costa de aplicar sesiones de baja eficacia, al aportar densidades de potencia insuficientes;
2. con sistemas de trabajo altamente peligrosos, basados en el desconocimiento, que aumentan significativamente el riesgo de lesión. Este riesgo, además, se presenta a veces al cliente como algo natural e inevitable, lo cual resulta absolutamente falso.
Conseguir este punto de equilibrio entre el mejor resultado y las mínimas consecuencias es imposible sin una herramienta científica como el Analizador óptico VF11 de Dpila. La intuición y la percepción visual han de dejar paso a un método objetivo y cien por cien fiable. Éste es el valor incuestionable de la dermometría óptica que Dpila garantiza a sus clientes.